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En Foco

La transformación cultural de las instituciones

Publicado el 24 de junio de 2013

 ¿Qué distingue el quehacer de nuestra organización? Su cultura. ¿Pero cómo logramos que todos incorporen la cultura de la organización o la transformen? A través de las comunicaciones internas.

Pamela Astudillo

Humberto Maturana, biólogo y epistemólogo chileno, habla de cultura y hace referencia a una red cerrada de conversaciones que define un modo de convivir humano, que deviene del entrelazamiento del actuar y el emocionar de la gente que forma y vive esa cultura. Y con esto, Maturana nos alumbra.

Esta luz nos permite ver que para consolidar una cultura organizacional debemos comenzar por las conversaciones como uno de los canales más poderosos de las Comunicaciones Internas.

 

Cultura y CI

La cultura no se decreta, se ejerce y se hace sentir en las acciones. Y, entre esas acciones, la que “lleva la batuta” es la comunicación. Porque es el anclaje de todas las actividades humanas. Además, de todas las formas de comunicar, la acción es la más poderosa para transformar la cultura, es decir, la manera en que hacemos las cosas.

La comunicación interna formal e informal es el fundamento de la cultura organizacional, su instrumento de divulgación, registro y refuerzo. Entre más medios tengamos para comunicar cómo hacemos lo que hacemos, mejor. Pero más aún, entre más capacidad tengan los miembros de nuestras organizaciones para conversar saludablemente de aquello que nos distingue, ¡mucho mejor!

Para lo primero, luce como prioritario insertar la cultura de la organización como motor de los contenidos de los medios internos y, para lo segundo, incorporar un plan de capacitación permanente en materia de comunicación para cargos de primera línea, líderes formales, naturales y potenciales, y mandos medios.

 

Cambiar los hábitos

En cuanto a la capacitación para los cargos de primera línea, líderes y mandos medios, debemos resaltar el poder transformador de las conductas del grupo a partir de la conducta de las élites. Si un líder conversa con sus colaboradores y los escucha legitimando sus puntos de vista, quienes le rodean y lo reconocen, emulan sus maneras.

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Como linaje de un sistema educativo donde el conversador es calificado como “charleta” y quien “guarda silencio” es premiado, se presenta como inevitable la tarea consciente de transformar los hábitos comunicacionales en los liderazgos organizacionales.

Parece que cambiar estos hábitos es el primer paso para transformar la cultura organizacional y adquirir una nueva manera de hacer las cosas.

 

La foto del mercado hoy

Según el Diagnóstico CI 2013 (ver más en www.diagnosticoci.com) el mercado reconoce la importancia de los líderes como canal de CI (más del 80% le otorga mucha importancia), la inversión para mejorar sus competencias comunicacionales es escasa (19%). En este sentido, tenemos que pasar de la teoría a la acción, ya que si bien los referentes son conscientes de la importancia del rol que ocupan los líderes como canal de CI, no están accionando lo suficiente para mejorar.

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