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Nuevas organizaciones, nuevas motivaciones

Publicado el 16 de diciembre de 2014

 Los colaboradores actuales parecen ir detrás de un abanico de motivaciones mucho más amplio, y en el que el dinero no ocupa el primer lugar. Cuando las organizaciones deben llegar a lo más profundo de las emociones para fortalecer el sentido de pertenencia.

Por Bárbara Barreiro

El gran beneficio de las personas, entre otras cosas, es que pueden encontrar la felicidad en infinidad de cosas, de acuerdo con sus propias características, motivaciones y pensamientos. Con el correr de los años, los colaboradores fueron exigiendo otras formas de estimulación y de ser felices en el trabajo, como sentirse escuchados por la organización, involucrar a su familia y ser los portavoces de mensajes clave.

El dinero, siempre condicionante, tal vez haya bajado algunos escalones entre las prioridades que un colaborador busca para estar a gusto en su trabajo. Si bien una buena remuneración es un factor determinante, habrá quienes fijen su atención en las posibilidades de innovar o de crecer que les permite la compañía. En virtud de esto, los colaboradores, aunque establezcan un compromiso sólido con la empresa para la cual trabajan, parecen trabajar para ellos mismos, siguiendo su propio instinto y su camino de manera de constituirse como una “marca” propia.

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Consejos para mantener colaboradores sonrientes

Llegar a la fibra sensible de los colaboradores representa también una forma de que se “pongan la camiseta” de la empresa. Empleados contentos supone personas más comprometidas y apasionadas por lo que hacen.

Por eso, es importante tener en cuenta ciertos aspectos que pueden contribuir a mantener altas sus emociones y ligadas a los parámetros actuales:

  • Colocar a las personas en el rol de “actores” de la empresa. Convertirlos en protagonistas de una campaña, o convocarlos para que cuenten su historia dentro de la organización, a través de algún canal, por ejemplo.
  • Poner el mayor foco que se puede en las personas. Tratar de conocerlas y saber qué es lo que las inspira, de manera de poder ayudarlas a movilizarse hacia la concreción de sus deseos.
  • Arengar, cada vez que se pueda, a la gente a que se muestre también por lo que es fuera de la empresa. Por ejemplo, mostrar sus hobbies en un concurso interno de talentos y regalarle, de alguna manera, su espacio para convertirse en “famoso”.
  • Hacer que las campañas destinadas a transmitir determinadas directrices resulten menos imperativas y más humanas. Lógicamente, las empresas siempre deben marcar un camino, pero si los portavoces son los hijos de los colaboradores de la compañía el mensaje tiene otro matiz emocional.

Las empresas de hoy manejan una agenda en la que es ineludible el interés y conocimiento sobre los colaboradores. Y ya no es como antes, cuando se trataba de un asunto exclusivo de RRHH, hoy es una decisión estratégica de toda la compañía.

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